Técnicas de escucha proactiva

La capacidad de escuchar verdaderamente es uno de los mayores activos que puede tener como propietario de una pequeña empresa. Las personas no escuchan si están demasiado ocupadas hablando, distraídas o desinteresadas. Independientemente del motivo, la falta de escucha provoca problemas de comunicación, malentendidos y problemas no resueltos, que son peligrosos para cualquier entorno empresarial. La escucha proactiva no es un talento innato. Debe practicarse y aplicarse con frecuencia para fomentar relaciones saludables en el lugar de trabajo.

Brindar atención indivisa

Preste atención al hablante para que realmente escuche lo que está diciendo. Mantenga el contacto visual o, si habla por teléfono, asegúrese de que articule su mensaje de manera eficaz. Si su voz es demasiado baja, pídale con tacto que hable más alto. Bríndele toda su atención bloqueando las distracciones internas y externas. Por ejemplo, reúnase con un empleado en privado para discutir los problemas del lugar de trabajo y estabilizar su mente para que permanezca en el momento.

Detectar la intención subyacente

La escucha proactiva requiere que obtenga una visión profunda de lo que dice el hablante y de lo que realmente quiere decir. Por ejemplo, un cliente dice que no está satisfecho con un servicio que prestaste, pero no dice por qué. Como oyente proactivo, debe escuchar más allá de lo superficial para captar el significado más profundo. Haga preguntas de sondeo para llegar al fondo del problema en lugar de enojarse con el cliente. Al final, debería ser capaz de discernir lo que está tratando de decir, por qué lo está diciendo y qué está tratando de lograr. No puede solucionar un problema a menos que conozca todos los factores que contribuyen.

Siente la resonancia emocional

Mire más allá del cuerpo físico del hablante para escuchar verdaderamente lo que está diciendo. La resonancia emocional de su mensaje lo dice todo. Su elección de palabras y tono de voz, la velocidad y el volumen de su discurso y la energía que emana, como miedo, entusiasmo, ira, alegría, negación, confusión, frustración, irritación o melancolía le ayudan a comprender sus sentimientos, incluso si está tratando de ocultarlos.

Evite interrumpir

Tendrá la oportunidad de expresarse, una vez que el orador haya terminado de transmitir su mensaje. Interrumpir solo la frustrará y sugiere que no la respetes como persona. Independientemente de si está de acuerdo con lo que dice, permítale decir su parte sin interrumpirla. Abstente de pensar en tu respuesta y de formular mentalmente contraargumentos mientras se comunica. Escuche con una mente abierta y sin prejuicios, libre de nociones preconcebidas. Pon tus reacciones y pensamientos en pausa para que puedas escucharla. Una vez que haya terminado de comunicarse, tómese un momento para asimilar y sopesar todo. Luego, exponga su caso.

Pedir aclaraciones

Los mensajes pueden malinterpretarse fácilmente. Si no está seguro de algo que haya dicho el orador, pídale que aclare su punto. No asumas nada. Por ejemplo, un empleado nuevo explica que un error administrativo reciente que cometió se debió a la falta de capacitación. En lugar de volverse discutidor u obstinado porque recibió capacitación de otro empleado en el lugar, pídale que aclare lo que aprendió durante la capacitación. Es posible que no prestó atención durante el entrenamiento; También es posible que el tutor haya descuidado ese aspecto de la formación.

Aplicar la autoconciencia

A través de la escucha proactiva, se revelan las verdades y los problemas se resuelven de manera efectiva. Este no es un proceso fácil porque requiere que seas consciente de tus propios sentimientos, pensamientos, percepciones y reacciones. Específicamente, debe estar en contacto con su propia mente, cuerpo y espíritu mientras permanece conectado con el orador. Con humildad, sinceridad y práctica, se puede lograr.