El marketing sirve para persuadir a los consumidores de que compren un producto en particular o utilicen un servicio. La publicidad suele estar dirigida a un grupo específico, como personas mayores o jóvenes solteros. Las empresas que venden juguetes y otros productos orientados a los jóvenes a menudo utilizan tácticas psicológicas para manipular a los niños para que deseen el producto. Aunque a menudo es eficaz, el marketing dirigido a los niños pequeños tiene sus desventajas.
Incapacidad para comprender
Según la Academia Estadounidense de Pediatría, un niño menor de ocho años carece de la capacidad de comprender que los anuncios están ahí únicamente para venderlos en un producto. Es más probable que los niños pequeños crean todo lo que escuchan o ven en la publicidad porque no son capaces cognitivamente de darse cuenta del propósito de la venta. Los niños no entienden que las afirmaciones publicitarias a veces se embellecen o enfatizan solo para hacer la venta.
Dilema ético
Los anunciantes se enfrentan a un dilema ético cuando se dirigen a los niños. Si bien la campaña publicitaria puede funcionar para aumentar las ventas, la empresa esencialmente está manipulando a niños pequeños e impresionables. Ser manipulado por la publicidad puede ayudar a moldear los valores del niño al inculcarle que necesita la comodidad y el estatus que proviene de tener muchas cosas. Los anunciantes deben decidir si están dispuestos a cruzar estas líneas éticas al anunciar a niños pequeños.
Frustración de los padres
A pesar de que los niños no pueden conducir hasta la tienda y comprar los artículos comercializados por sí mismos, los anuncios centrados en los niños suelen ser eficaces. Los niños acuden directamente a sus padres para convencerlos de que compren los artículos que vieron en los anuncios. Los padres a menudo ceden para satisfacer a sus hijos y ayudarlos a integrarse con otros niños en la escuela que ya tienen esos mismos productos. Otros padres se sienten presionados a comprar los artículos incluso si no tienen el dinero. Algunos padres se sienten frustrados por la situación y pueden evitar comprar el producto en absoluto.
Efectos a largo plazo
Según la Academia Estadounidense de Pediatría, la exposición excesiva a anuncios publicitarios puede hacer que los niños fumen, consuman alcohol y practiquen una mala nutrición, lo que a menudo conduce a la obesidad. Los anuncios dirigidos a los niños les envían el mensaje de que necesitan cosas para ser felices y aceptadas. A la larga, esto puede conducir a comportamientos materialistas. Los niños aprenden que los artículos que poseen les llaman la atención, aumentan su popularidad o les permiten ganar más amistades. Ya sea que se den cuenta o no, estos comportamientos a menudo se trasladan a la edad adulta.